"Reminiscencias de la Guerra Fría al margen, la traviesa Masha y el
oso bonachón parecen estar mejor preparados que Pinky y Cerebro para
conquistar el mundo."
En mi estadía en Moscú, visité los
estudios Animaccord donde se hace la animación Masha y el Oso. Les
comparto la nota que me publicaron en Revista Brando, especial para padres y madres con
pequeñ@s.
¡Qué! ¿Todavía no lo viste?
Masha y el Oso, la animación rusa que le quiere ganar a Disney
[Por Alejandro Jasinski]
En
Argentina, quizá muchos no sepan quiénes son Masha y el oso, pero estos
personajes rusos de animación en 3D, creados en 2009, ya aparecen en
los huevos Kinder, ocupan las pantallas de televisión de países de todos
los continentes y, en YouTube, el capítulo 17 se transformó en el
séptimo video más visto en la historia, detrás de "Despacito" y "Gangnam
Style", con más de 2.600 millones de visitas.
Visitar
los estudios de dibujo y las oficinas comerciales de Animaccord no se
parece a un paseo por Disney ni mucho menos, pero las ambiciones de
estos rusos tienen la potencia de despertar las suspicacias de cualquier
sovietólogo: "Quisiéramos pasar a ser algo tan eterno como Mickey
Mouse", confiesa Dmitri Loveiko, director ejecutivo de la compañía.
Y
es que, reminiscencias de la Guerra Fría al margen, la traviesa Masha y
el oso bonachón parecen estar mejor preparados que Pinky y Cerebro para
conquistar el mundo. Una idea atractiva, un talentoso equipo de
creativos y una agresiva estrategia de negocios se combinan con el rico
legado histórico y un contexto político y económico estable, para
explicar este éxito de la pantalla.
Pareja atípica
Cuentan
que a fines de la década de 1990, Oleg Kuzovkov, el padre de la
criatura, estaba descansando en una playa en el Mar Negro cuando vio a
una rusita de no más de 4 años, sola, que resultaba muy molesta para los
visitantes. Varios días presenció la misma escena. La musa funcionó y,
en 2009, Kuzovkov presentó a Masha. Inquieta, caprichosa, independiente y
ansiosa de crecer pronto, la niñita de ojos celestes, pelo rubio y
vestido tradicional se lanzaba al ruedo a través de la segunda emisora
rusa: el canal público Rossiya 1.
No
estaba sola. Mishka -osito de peluche- es un atípico oso pardo ruso,
caballeroso, muy culto, solitario y amante del orden, que se presenta
como la pareja antinómica, pero dinámica, de la pequeña Masha. Retirado
del circo y dedicado a una vida autosuficiente en el medio del bosque,
el oso advierte, desde el inicio de su relación con Masha, que se le ha
hecho presente su karma, pero se demora apenas un capítulo en entender
que está creado para sufrir y proteger a su nueva amiga. Es el típico
héroe positivo de la literatura rusa contemporánea, que depone el
principio hedonista frente al deber trascendental.
Cada
capítulo de Masha y el oso puede llevar hasta tres meses de producción.
Natalya Malgina, directora de varios de los capítulos, muestra uno de
los proyectos en su computadora, en pleno proceso de elaboración. "No
podemos compararnos con Pixar, una máquina tan poderosa, pero la
tecnología de la producción de 3D es prácticamente la misma", señala y
luego agrega que, como la compañía creadora de Toy Story y Monster Inc.
aunque a menor escala, Animaccord también tiene un departamento especial
de doctores en ciencias que se encargan de desarrollar tecnologías
modernas: "Nosotros elaboramos y desarrollamos detalles nuevos, como la
piel del oso, que entre los primeros y los últimos capítulos hemos
podido mejorar notablemente su detalle y movimiento" .
Pero
más allá de la animación en 3D, el uso mínimo de diálogos y una
composición musical cuidada y atractiva dan una especial potencia al
dibujo. Para el mánager de la empresa, el musical es uno de los
principales factores del éxito y no se trata de un elemento innovador:
"En la Unión Soviética -señala Loveiko-, había una tradición de que
todos los dibujos se acompañaban por una música, que después se hacía
muy famosa y querida". Perdida esta tradición tras la desintegración de
la URSS, Masha y el oso la recuperan: "Ahora tenemos 18 composiciones
para nuestro dibujo que a los habitantes de nuestro país y de otros
lugares les gusta mucho. En Rusia las cantan los niños y los conjuntos
musicales", indica Loveiko.
Cuestión de marca
En
el éxito de esta serie no se reduce a una buena idea, la estrategia
comercial tiene mucho para decir. Creada en 2008 a partir de los fondos
privados aportados por un arriesgado físico nuclear, 10 años después,
Animaccord está cerca de amortizar la inversión inicial. Según Loveiko,
parte del éxito se debe al salto dado por el dibujo al mundo de lo real y
concreto: "Así como existe el mundo de Walt Disney, queremos crear el
mundo de Masha y el Oso", dice Loveiko, mientras enseña en su teléfono
celular las fotos que envían sus partners taiwaneses, donde se observa a
los personajes de la serie y a muchas pequeñas mujercitas orientales
disfrazadas de Masha en una concurrida feria popular. Esta estrategia
incluye las giras teatrales, que en 2017 pasaron por Argentina y ahora
finalizan el año en París; también, las actividades caritativas con
fundaciones y orfanatos.
No
es de extrañar que la marca haya podido expandirse tanto en tan poco
tiempo. Se han firmado contratos con Danone, Burger King, Ferrero
(Kinder) y con el fabricante de juguetes alemán Simba Dickie, entre
muchos otros. La serie se ve en las redes sociales, en plataformas on
demand como Netflix, a través de apps y también en canales de televisión
de países tan distantes entre sí como India, Nueva Zelanda, Vietnam,
Brasil y Polonia. En Reino Unido, uno de los capítulos alcanzó la
pantalla del cine; y no pocos creyeron a mitad de año que los rusos
finalmente ganaron la batalla espacial tras enterarse de que el capítulo
65 llamado "¡Hay contacto!" fue visto por el comandante de la Estación
Espacial Internacional Fyodor Yurchikhin, convirtiendo Masha y el oso en
la primera animación infantil en ser vista en el espacio.
En
cuanto a réditos económicos, en el ranking elaborado por License!
Global, que encabeza Walt Disney, Animaccord fue incluida entre las
primeras 150 marcas más exitosas, alcanzando el puesto 104. Sus
licenciatarios generaron más de US$250 millones, con 2,6 millones de
juguetes y un millón de libros y revistas distribuidos en la Unión
Europea. Y todo ello bajo el control total de la empresa. "Nosotros nos
ponemos de acuerdo para cambiar algunas cosas que no nos gustan",
explica la encargada del área de desarrollo de productos, Anastasia
Anisimova, mientras invita a pasar al showroom de juguetes de la
empresa.
Sin fronteras
En
mayo del año pasado, el presidente Vladimir Putin mantuvo un encuentro
en el Kremlin con los líderes de la industria de la animación rusa,
entre ellos, con la estatal Soyuzmultfilm, con Melnitsa, Wizart y
KinoAtis. Elogió la habilidad de estos animadores para enseñar a los
niños a distinguir lo verdadero de lo falso y el bien del mal, y luego
se dispuso a escuchar preocupaciones e ideas. En los años recientes, el
Ministerio de Cultura ruso financió proyectos con fines educativos bajo
los eslóganes de la tolerancia y la prevención del extremismo,
revirtiendo en cierta medida el desfinanciamiento de los críticos años
90. Una de las máximas preocupaciones, asimismo, está dada por el masivo
acceso de los chicos rusos a los dibujos y las costumbres
estadounidenses. En la Rusia actual, no pocas familias permiten a sus
chicos festejar Halloween y recorrer los edificios donde viven para
pedir golosinas.
Pese
a esta recuperada iniciativa estatal, en Animaccord se interesan por
subrayar el carácter privado de su trabajo. Dice Loveiko: "Nuestro
proyecto no está vinculado con un proyecto estatal, aunque varios
piensan que es por la solicitud del gobierno". Sin embargo, los
objetivos convergen cuando se trata de pensar una política cultural
hacia el mundo: "Creamos a Masha para los niños, para que se diviertan, y
resultó después que estamos en la sintonía con nuestro país que quiere
dar a conocer más información sobre nosotros, que en todo el planeta
conozcan los logros y las personalidades de nuestro país".
Los rusos también quieren a sus niños
La
animación en la URSS ofreció una primera etapa de experimentación, otra
de explícito mensaje ideológico, pero también generó animaciones que
pretendían, antes que nada, ser entretenidas para los chicos. Así, las
familias soviéticas disfrutaron de adaptaciones propias de historias
"universales" y muchas otras creaciones locales. No faltó el pony mágico
con El caballito jorobado (1947), La Reina de nieve (1957), el pinocho
ruso llamado Buratino (1959), Cheburashka (1969), Winnie the Pooh
(1969), el popular Un, Pogodí! (1969, una especie de Tom & Jerry,
pero con un lobo y una liebre), Las aventuras de Mowgli (1973) y El
erizo en la niebla (1975), que en 2003 fue elegido, en el Festival de
Animación de Laputa de Tokio, la mejor animación de todos los tiempos.
En este legado también aparecen los premiados films de la era de
reformas y de los primeros tiempos postsoviéticos, como Poumse (1990),
del cual participó el creador de Masha y el oso, y coproducciones como
El viejo y el mar (1999) y la versión de Cuentos de invierno, de
Stanislav Sokolov (1994).
Allí
también se encuentran los antecedentes directos de Masha y el oso. Esta
historia nace de un cuento popular sobre una niña campesina perdida en
el bosque y un oso que la retiene y hace trabajar para él, hasta que
ella lo engaña y escapa. En 2015, la serie fue premiada con el
reconocido Kidscreen Awards y la autorizada edición norteamericana
Animation Magazine la incluyó entre los 250 programas de televisión
destinados a convertirse en un clásico. De esta manera, la serie se
destacó entre el pelotón de las brillantes animaciones rusas
contemporáneas, compuestas entre otros por Smeshariki (Kikorikí),
Masyanya, Las aventuras de Lutnik, First Squad, Piglet (un antecedente
inmediato de la cerdita Peppa) y La montaña de gemas.